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COSECHANDO LO SEMBRADO

Vivimos en un mundo en donde siempre existirá temor al enfrentarnos a lo desconocido, cuando salimos a visitar para llevar la palabra de Dios a hogares nuevos y nos abren una puerta no sabemos qué necesidad, problema o enfermedad hay en ese hogar, puede ser una familia que sufre, una mujer que llora, hijos que padecen hambre, una persona sumida en algún vicio o pecado, alguien que sin esperanza piensa quitarse la vida, etc., un claro ejemplo tenemos en el texto con el cual inicio, Jesús sabía y conocía las necesidades que cada persona tenía, se puede percibir el amor, la compasión y preocupación por las almas, al igual que la necesidad de personas con amor hacia el prójimo que sintieran el deseo de compartir las buenas nuevas del Señor, es este el primer contacto de evangelización, el fiel cumplimiento de lo ordenado por Dios en la Gran Comisión (Mateo 28:18-20). Miles de hermanos, pastores y misioneros caminan lugares inhóspitos, llenos de espinas, cruzando ríos, sufriendo frío, hambre y cansancio con la firme determinación de agradar el corazón de Dios al cumplir este mandato.

Por muchos años hemos descuidado este mandato divino, todos hemos sido llamados a compartir las Buenas Nuevas de Cristo Jesús mas no todos hemos respondido a ese llamado, ha llegado el momento de revitalizar esa pasión por las almas sin Dios, retornándonos a los perdidos, hay tanta necesidad en el mundo que aún en esta actualidad lo más demandante sigue siendo la falta de obreros. Lo importante no es la edad, ni el estudio, sino obedecer a ese mandato ahora que este mundo se desbarata en pedazos con tanta maldad, en estos tiempos que a lo bueno le llaman malo y a lo malo le llaman bueno, es justamente en este momento que tenemos que pararnos firmes en la brecha y pelear por ellos con la ayuda de nuestro Dios; no olvidando que Él va delante de nosotros cual poderoso gigante abriendo camino y derribando obstáculos.

Hay modelos en la vida que nos enseñan cómo trabajar en la obra de Dios, por ejemplo, el sistema de roza, tumba y quema practicado por nuestras culturas prehispánicas tiene tanta connotación en nuestras actividades como Iglesia, donde el eje central es la milpa, espacio donde se sembrarán los productos que en un determinado tiempo se cultivarán. De manera similar funciona nuestro sistema como Iglesia, primero ponemos en oración el lugar (que simboliza el campo) donde vamos a compartir la Palabra de Dios, (que simboliza la semilla) posteriormente, comenzamos a visitarla (limpiarla) y alguien en algún determinado momento de la vida llegará a establecer una misión o iglesia donde se congregarán personas de diferentes edades y culturas con el único fin de alabar y adorar a Dios (que simboliza la cosecha), nosotros tenemos el deber de cumplir lo que Dios nos manda en la gran Comisión ir y predicar su bendita Palabra.

Hemos sido llamados por Dios desde diferentes lugares, contextos y edades para proclamar el evangelio y que todas las personas conozcan que existe Dios, que a pesar de lo que estemos viviendo o pasando Él en su Soberanía tiene el poder para transformar todo, su Palabra dice que nada hay imposible para Él (Lucas 1:37). Somos un país pluriétnico y multicultural; de extremo a extremo del país nos movilizamos miles de personas a diferentes lugares, sea para el trabajo, el estudio, compra o cualquier otra actividad y eso es una noticia maravillosa porque ahí es donde podemos llevar a cabo esta comisión, hay tantas personas a quien compartirle de Jesús para que sus vidas sean restauradas. No dejemos que los prejuicios, contextos o situaciones se interpongan en lo que Dios ha puesto en nuestros corazones.

Como sembradores tenemos que entender que en nuestros hombros ha recaído la enorme responsabilidad de entregar una buena y excelente cosecha; no dejemos que el tiempo nos haga desesperar, ni desviar nuestra mirada del objetivo: ganar almas para Cristo Jesús y a su tiempo el Señor hará germinar esos hermosos frutos para su obra. 

Como IDP trazamos una meta, alcanzar a los perdidos, eso implica tener en mente la visión y proyectarnos sobre cómo nos veremos dentro de algunos años, situación que permitirá fortalecernos y ocupar el lugar que Dios nos ha dado como IDP. Hoy nos toca cosechar lo que otros hombres y mujeres de Dios sembraron en otro tiempo, en otro lugar y en otro momento y al mismo tiempo nos toca sembrar la semilla gloriosa que otras generaciones cosecharán.

Antes de salir nuevamente a esta hermosa comisión no nos olvidemos de orarle a nuestro Padre Celestial, pedirle que Él nos llene de su amor, que nos de pasión y compasión por las almas, que al tocar la puerta podamos tener esos corazones sensibles para escuchar a nuestro prójimo y así poder compartirle el plan de salvación. ¿Hace cuánto que no compartes la Palabra de Dios? ¿Cómo están tus talentos, los dones, la habilidad y capacidad que Dios te dio?; acaso ¿están sucios, empolvados, arrinconados u olvidados?, es tiempo de trabajar, de revestirnos de amor y misericordia, es tiempo de que más y más obreros nos sumemos a la tarea de evangelizar, de testificar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, en nuestros matrimonios, en nuestra salud, de decirle y mostrarle a la gente que existe un Dios todo poderoso y que nada imposible hay para Él.   ¡A Él sea la Gloria siempre!

Hno. Damián Enrique Can Dzib.
Comité Nacional del Departamento 
de Desarrollo y Plantación de Iglesias
Campeche.

Suplemento IDP   México   No. 13-2019
Bimestral NOVIEMBRE-DICIEMBRE 

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