Saltear al contenido principal

PASANDO LA ANTORCHA

«En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los muertos, te doy este solemne encargo: Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Yo, por mi parte, ya estoy a punto de ser ofrecido como un sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado». (2 Timoteo 4:1,2,6 NVI)

Esta carta es la última que el apóstol Pablo escribió. Estaba consiente de su situación, pues se encontraba en su segundo encarcelamiento en una fría y húmeda mazmorra, esperando el momento en que aparecería el verdugo que lo habría de ejecutar. Pero, ¿qué inspiró a Pablo a escribir esta carta en tan difíciles circunstancias?

Había que pasar la antorcha. Pablo estaba seguro que él solo era un instrumento en las manos de Dios, y aun cuando ya no estuviera, el evangelio tenía que seguir adelante y la sana doctrina tenía que seguir siendo predicada.

Timoteo era todavía un joven que tal vez estaba atemorizado por lo difícil de las circunstancias y por la terrible persecución que estaban enfrentando (2 Tim 1:7) y para colmo, su gran líder estaba preso y a punto de ser ejecutado al igual que muchos otros cristianos, pues la orden contra ellos había sido dada por el mismo Nerón, emperador del imperio romano.

Pablo pudo haber escrito esta carta a cualquier otra persona con mayor experiencia, incluso Lucas estaba con él, sin embargo algo tenia Timoteo que lo hacía muy confiable para el apóstol, ya que no se trataba de solo pasar la antorcha al siguiente líder sino de que ese líder estuviera enteramente preparado en toda buena obra, y sobre todo ser un experto conocedor de la sana doctrina, porque se estaban levantando falsas enseñanzas que amenazaban al verdadero evangelio.

Lo primero que le recuerda Pablo es la educación que recibió de su madre Eunice y de su abuela Loida, que tal vez se convirtieron al cristianismo en Listra en el primer viaje misionero de Pablo y Bernabé. Para todo judío, la educación de sus hijos era de vital importancia, sobre todo el estudio de las escrituras. Timoteo era hijo de padre griego y de madre judía, esto quiere decir que todo lo que sabía de las escrituras lo había recibido gracias al buen trabajo de su madre y en este caso también de su abuela. ( 2 Tim 1:5)  

Josefo historiador judío dijo: nuestro cuidado principal es el de educar a nuestros hijos, y lo consideraremos el negocio principal de nuestra vida doméstica.
Contra Apion 1:60

Eunice se pudo haber escusado diciendo que este trabajo le correspondía al padre o no darle la importancia pertinente porque vivían lejos de su tierra, entre gentiles. Sin embargo no lo hizo. Pero no fue lo único que le impartieron a su hijo, ahora como creyentes también le enseñaron a seguir a Cristo con una fe no fingida, esto es, a confiar plenamente en Dios. Esto nos enseña que Eunice fue una mujer preparada en las escrituras y en la práctica de ellas, pues el conocimiento se cultiva estudiando, pero inspirar la fe es un ejercicio que se logra con el ejemplo.

Ahora, ¿cómo puedo ser efectiva como madre en este trabajo si yo misma no soy una estudiosa de la Palabra, si soy fluctuante en mi fe y en mi consagración al servicio de Dios? Debemos ser conscientes que la generación que viene tras nosotras serán los próximos pastores, líderes y defensores de la sana doctrina. Esto debería mantenernos ocupadas escudriñando las escrituras como lo mandó nuestro Señor Jesucristo (Jn. 5:39).

Cuan preocupados deberíamos estar como lo estaba el apóstol Pablo por dejar bien entrenados a los próximos portadores de la antorcha del evangelio, como lo dice la escritura.

Tú, en cambio, has seguido paso a paso mis enseñanzas, mi manera de vivir, mi propósito, mi fe, mi paciencia, mi amor, mi constancia,  mis persecuciones y mis sufrimientos. Pero tú, permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste.   Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia,  a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.
(2 Timoteo 3:10,11,14-17 NVI)

Nunca es tarde para comenzar con esta tarea tan importante que tenemos. Mujer de Dios yo te motivo a seguir preparándote en el estudio de la palabra de Dios, no importa tu nivel académico ni la edad que tengas, siempre seremos una gran influencia para quienes vienen detrás y no solo me refiero a hijos biológicos sino también a los hijos espirituales. En un mundo que continuamente demanda mayor preparación académica y nos bombardea con diferentes filosofías. Dios está buscando mujeres como Loida y Eunice. Mujeres determinadas a preparar a la siguiente generación  empoderada de la Palabra y del Espíritu Santo.De esta manera también estaremos unidas por el Reino.

Publicado: SUPLEMENTO IDP MÉXICO No. 9-2019  marzo-abril 2019

Por: Hna. Mónica Guadalupe Correa Martell
Supervisora de la región 5, México.

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba
Buscar